Yo no aplasto la corola de milagros del mundo
ni extermino
con mi mente los enigmas que encuentro
en mi caminar,
en flores, ojos, labios o tumbas.
La luz de los otros
ahoga el hechizo de lo impenetrable recóndito
en las profundidades de la oscuridad,
pero yo,
yo con mi luz agrando el misterio del mundo
y, tal como la luna, con sus níveos rayos
no disminuye, sino temblorosa,
engrandece aún más el secreto de la noche,
así yo también enriquezco el oscuro horizonte
con vastos estremecimientos de sagrado misterio
y todo lo que es incomprensible
se convierte en incomprensiones aún mayores
bajo mis ojos,
porque yo amo
flores y ojos y labios y tumbas.
Lucían Blaga